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Quinto poder y Sexto poder

Quinto poder

Quinto poder

El Quinto poder, continuación de la serie de los tres poderes clásicos de Montesquieu (ejecutivo, legislativo y judicial), ocuparía el quinto lugar tras el cuarto poder que se atribuye a los medios de comunicación.

 Como concepto es de muy reciente aparición (comienzos del siglo XXI -primeras referencias en 2003-), y se ha aplicado a dos fenómenos muy distintos entre sí: la intervención económica del Estado (específicamente del gobierno) sobre el mercado, por un lado; y, por otro, los nuevos fenómenos sociales surgidos en torno a la red Internet.

Según algunos, sería el poder que, añadido a su capacidad de equilibrio, control o influencia sobre los tres clásicos de naturaleza política y el
cuarto de naturaleza informativa, ejercen los gobiernos (que deberían teóricamente ser titulares únicamente del poder ejecutivo según la división de poderes de la teoría política liberal) en la esfera económica a través de las empresas públicas y los mecanismos de intervencionismo económico (fundamentalmente financiero).1 Históricamente la relación del poder con la economía ha sido muy estrecha, sobre todo con el mercantilismo de la Edad Moderna, pero desde la Edad Contemporánea pueden definirse cuatro posturas, explicitadas sobre todo a partir del enfrentamiento a la crisis de 1929:

El liberalismo, proveniente del liberalismo económico clásico de Adam Smith y refundado como neoliberalismo (ideología dominante de la globalización especialmente desde la caída del Muro de Berlín), propugna un estado mínimo o subsidiario restringido a garantizar las condiciones para que pueda funcionar el mercado libre. El comunismo, desarrollado en la Unión Soviética y los países del denominado socialismo realmente existente, propugnó el control total de la economía por un Estado sometido a la dictadura del proletariado, con la apropiación de los medios de producción y la imposición de la planificación económica.
Los fascismos desarrollaron una intervención económica paternalista y centralizadora que puede definirse como corporativismo (véase Fascismo#Componente social). El Estado Social, de inspiración socialdemócrata y keynesiana, confía en la capacidad redistributiva de los impuestos progresivos, el gasto público y la planificación indicativa, así como la existencia de un sector público que controle los sectores estratégicos (armamento, energía, transportes...) y oriente la economía en competencia con el sector privado.
La reciente crisis financiera de 2008 ha supuesto un replanteamiento del papel del Estado en la economía de mercado, que pone en cuestión la relación entre capitalismo y democracia que en el periodo anterior habían llegado a considerarse términos identificables (Véase capitalismo democrático).



Internet como quinto poder

Según otra posible visión, la Internet como superación de los medios de comuniciación tradicionales, y las posibilidades de organización social en red, serían el quinto poder -en especial la Blogosfera, las Wikis y todo lo denominado Web 2.0-, que en este caso escaparía a su ejercicio por parte del Estado y de los medios de comunicación masivos privados tradicionales y sería ejercido por la sociedad por sí misma:

Periodistas, universitarios, militantes de asociaciones, lectores de diarios, oyentes de radios, telespectadores, usuarios de Internet, todos se unen para forjar un arma colectiva de debate y de acción democrática. Los globalizadores habían declarado que el siglo XXI sería el de las empresas globales; la asociación Media Watch Global afirma que será el siglo en el que la comunicación y la información pertenecerán finalmente a todos los ciudadanos.

Es desde ese punto de vista que la revista Time ha dedicado la famosa portada anual que dedica al "hombre del año" de 2006 a un ordenador cuya pantalla está ocupada por un espejo que refleja el rostro del lector y la palabra YOU (TÚ).



Referencias ↑ Pablo Sebastián El sexto poder y la semilla del Diablo, ABC, 23 de octubre de 2006.
[Los] gobernantes (...) no resistieron la tentación de acumular estos poderes, ejecutivo, legislativo y judicial (...) más los medios públicos y los privados afines. Como guinda del pastel, el control del quinto poder del Estado: la capacidad de regular las grandes empresas y el sector financiero.
↑ Ignacio Ramonet: El quinto poder, Le Monde Diplomatique, octubre de 2003.
↑ Artículo en El País, 17 de diciembre de 2006. La portada en cuestión en la revista Time.


Sexto poder
El Sexto poder, continuación de los tres poderes clásicos de Montesquieu, legislativo, ejecutivo y judicial, después del cuarto poder de los medios de comunicación y el quinto poder, el intervencionismo económico o Internet. El sexto poder sería el poder territorial que se ejerce regional o localmente gracias a la descentralización política.

La división del poder territorial puede adoptar diversas formas, como las entidades de estructura étnica, como en Argentina (mapuche, wichí), Bolivia (comunidades indígenas aymara, quechua, guaraní), Canadá (inuit), Panamá (kuna); o las de estructura constitucional, como son los estados federales de Estados Unidos o Alemania, o las comunidades autónomas de España.1
La pérdida de competencias políticas por los estados nación, por una parte por la integración supranacional (Comunidad Andina, Mercosur, Unión Europea, globalización, etc.) y por otro por el movimiento descentralizador, significan para algunos que el estado residual queda relegado a un conjunto de funciones de insegura definición.


El nuevo quinto poder que estC moviendo el mundo


¿Pruebas? El Quinto Poder ha llegado a ahogar a cadenas de televisión, presionar a jueces, modificar leyes e incluso movilizar al pueblo para derrocar un gobierno.
El nuevo quinto poder que está moviendo el mundo → internet Agenda Digital quinto poder redes sociales 300x120 Nace el Quinto Poder: cuando las redes sociales mueven el mundo.
La movilización de unos pocos a través de Twitter, Facebook, blogs e internet en general, ha logrado formar un verdadero Quinto Poder. Ese poder es capaz de hacer cosas nunca vistas como someter a los otros cuatro poderes: el Judicial, el Ejecutivo, el Legislativo y la Prensa.
Una chica moviliza sin saberlo a cientos de moldavos para poner fin a un Gobierno corrupto. Miles de internautas unen sus críticas y consiguen frenar los ingresos publicitarios a un programa de televisión de dudosa reputación. Internautas de todo el mundo denuncian los abusos policiales en una manifestación al tiempo que tumban una iniciativa legislativa que quiere recortar los derechos en internet. El Quinto Poder ha llegado, se llama red social y ya ha demostrado lo influyente que puede llegar a ser.
La primera vez que se demostró ésta influencia fue el 11 de marzo de 2004. El día no había hecho más que empezar cuando diez bombas se activaron de forma casi simultánea en varios trenes de Cercanías de Madrid. Doce horas después, varios SMS se multiplican de móvil a móvil convocando una manifestación al día siguiente. Era la primera vez que los ciudadanos usaban la tecnología móvil para comunicarse de una manera viral.
Otros van diez años atrás para señalar el comienzo de estas sinergias en línea. “En 1994, Geocities creaba sus ‘barrios’ dependiendo de sus gustos para aunar sinergias y poner en común aficiones e inquietudes”, dice el tuitero @Kurioso.
Desde entonces y durante ocho años, la sociedad española se ha acostumbrado a las redes sociales y a la agilidad que tienen. Desde ese momento algo cambia en el modus operandi de los movimientos sociales.
El Quinto Poder lo acelera todo, es más fácil unirse y pensar en grupo, independientemente de dónde se encuentren las personas. Las posibles conexiones sociales se multiplican de manera desconocida.
Aunque fue “muy rudimentario”, el clásico ‘pásalo’ de los SMS puede entenderse como la chispa que luego ha explotado en Twitter, Facebook o Actuable, explica @PabloHerreros. Con su encuesta en actuable.es, Herreros consiguió hacer temblar a ‘La Noria’ por su entrevista a la madre de un presunto cómplice en el asesinato de Marta del Castillo.
El caso de ‘La Noria’ no era la primera vez que el Quinto Poder llamaba la atención a ‘los de arriba’. En 2009 y 2010, los internautas se organizaron para mostrar a la gente en qué consistía la Ley Sinde. El objetivo: tumbar una ley que perjudicaba los derechos de los internautas. “Fue uno de los hechos más relevantes que hemos conocido en la movilización de las redes sociales”, explica Ricardo Galli (@gallir), el fundador de meneame.net.
Entonces se empezó a hablar de Twitter, la red social viral por excelencia enseñaba las orejas con la etiqueta (hashtag) #leysinde. Pero el desarrollo ha continuado e iniciativas como actuable.es, permiten proponer debates y votaciones en las que los internautas tienen que dar la cara, con nombre y apellidos.
“Los ciudadanos son parte activa y visible, así que internet no es un mundo lleno de encapuchados”, sentencia Herreros.
Convertir lo personal en social
Al principio era internet a palo seco. Nos sentábamos solos delante del ordenador, abríamos nuestra primera cuenta de correo y lo más cercano a lo social llegaba con el Messenger. Poco después, las redes sociales nos descubrieron que con internet es más fácil encontrar puntos comunes con otros usuarios, y que “una pataleta en una barra puede convertirse en un debate más amplio”. Herreros compara la interacción social en internet con una conversación de bar en la que dos amigos tratan de salvar el mundo.
“Al final, toda red social lleva implícito la creación de una comunidad que ‘ordena’ inquietudes”, y la única diferencia es que ahora “podemos tuitear a millones de personas”, resume @kurioso.
De la #leysinde se pasó al #no les votos, para algunos, el germen del sentimiento ‘indignado’ que meses después floreció en las calles. Facebook y Twitter se convierten en las herramientas de organización y convocatoria más importantes del movimiento, y los hashtags cambian de un día para otro: #15M, #spanishrevolution, #acampadasol, #democraciarealya… Pero la utilidad de las redes sociales no fue un descubrimiento de los ‘indigna2.0’.
¿El Quinto Poder?
- “Creo que caeríamos en un error enorme”, dice Galli, que entiende las redes sociales como una herramienta que depende de los ciudadanos.
- “No me gustan las etiquetas”, dice @kurioso en un mail a lainformacion.com, y concreta que “la importancia que los medios dan a la ‘revolución’ de las redes sociales es desmedida”.
- Sin embargo, la opinión de Pablo Herreros es que las redes sociales sí pueden considerarse como el quinto poder.
Moldavia o Egipto
En abril de 2009, unos 20.000 jóvenes moldavos tomaron las calles durante unas horas para gritar contra la corrupción en el Gobierno. El Quinto Poder personificado. Muchos medios tradicionales no le dieron a Twitter la importancia que merecía en los hechos.
The Guardian fue el primero en hablar de Natalia Morar, la joven moldava de la que salieron las protestas. “Usamos Twitter, además de otras redes sociales y mensajes SMS” para organizar un manifestación de un día para otro, señala Mortar.
Así, cuando comenzaron las revoluciones populares en el norte de África, los medios tradicionales ya hablaban sin temor de Twitter y Facebook.
Hasta el punto que casi cualquiera podría entender una frase así: Desde #SidiBouzid en Túnez, la ola de Twitter llegó a #Egypt con las manifestaciones de #jan25 o #feb14 en la Plaza #Tahrir de El Cairo.
Y aun así nos quedaríamos cortos. El profesor Jose Luis Orihuela (@jlori) cita en su blog “algunos hitos” del activismo en medios sociales. Sus ejemplos van desde Argentina hasta México para luego viajar hasta Asia, a Birmania, China o Irán.
¡Eureka!
Además de las réplicas políticas que provocó Egipto en la región, otros países se fijaron en el papel que tuvieron las redes sociales en las revueltas. El movimiento 15M tomó como propias las técnicas que se habían perfeccionado al otro lado del mediterráneo.
El resultado era mayor en función de las conexiones a internet de cada país. Si el 19,3% de los egipcios están conectados a internet, ¿por qué no triunfaría el mismo sistema en España con más de 11 millones de internautas (más de 23,4%)?
Una vez más, el Quinto Poder (internet y las redes sociales) tenía una última palabra que decir. El movimiento ‘indignado’ se siguió extendiendo. De España a Portugal, Francia, Alemania o Reino Unido (con los disturbios de Londres o #londonriots).
Ya en el mundo anglosajón, que los ‘indignados’ de EEUU salieran a la calle era cuestión de tiempo. Tampoco olvidamos la influencia que las protestas estudiantiles en Chile tuvieron sobre #Occupywallstreet.
Otros casos
#libertadmontes El caso de Miguel Montes Neiro es uno de los clásicos. La fuerza de las redes sociales consiguió que el Gobierno de Zapatero indultara al preso que más tiempo había pasado en la cárcel sin haber cometido un delito de sangre.
#vigalondo A principios de 2011, El País dar de baja a Nacho Vigalondo por los “comentarios realizados por el cineasta en su cuenta personal de la red social Twitter sobre el Holocausto padecido por el pueblo judío”. Twitter tardó poco en detectar los comentarios del periodista, y las consecuencias fueron directas.
#nomecures “Otro caso polémico fue la retirada de la venta en El Corte Inglés de un libro homófobo por la protestas en Twitter”, explica @kurioso. Es uno de los últimos casos en los que la fuerza de los tuiteros ha conseguido cambiar algo. Con este hashtag se exigió a las librerías que retirasen la venta del libro ‘Comprender y sanar la homosexualidad’.
#RajoyRubalcabaenSalvados El Follonero (Jordi Évole) tiene que agradecer a Twitter la entrevista que consiguió con el candidato popular a las elecciones del 20N. La primera respuesta de Rajoy fue negativa, pero el revuelo en Twitter hizo cambiar de opinión al que días después se convertiría en presidente del Gobierno.
#eurodiputadoscaraduras En marzo de 2011, los eurodiputados no aceptaron aplicarse medidas de austeridad. No querían viajar en clase económica ni congelar sus salarios. La noticia corrió como la pólvora y los usuarios de Twitter les dieron un buen rapapolvo.
#BoicotPrensaAntimadridista Cansados de las críticas de los medios al Real Madrid, los internautas merengues propusieron un boicot. El resultado no fue el que buscaban, pero ruido hicieron.
Si echas de menos alguno cuéntalo con el hashtag #juanfactor

FUENTE: JuanFactor

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